LOS GATOS QUE MUERDEN NUESTRAS MANOS AL JUGAR SUELEN HACERLO PORQUE NOSOTROS LES HEMOS ACOSTUMBRADO A ELLO.
Nos hacen mimos, nos ronronean, acompañan nuestras tardes de ocio; sin embargo, no pueden negar su estirpe salvaje. En algún momento, un movimiento o un gesto de felinos nos recuerda el pasado cazador de nuestro gato.
Mucho antes de que entraran en las casas, tuvieron varios encuentros con los humanos; pero de las cinco especies de felinos salvajes, solo una se logró domesticar. Esto quiere decir que tu minino procede del gato salvaje africano.
Hay una cita que se le atribuye al escritor George Bernard Shaw. Dicen que dijo: “El ser humano es civilizado en la medida en que comprende a un gato”. Más allá de la veracidad de la cita, funciona como resumen de la relación del humano con los felinos.
El primer registro de la transformación del gato doméstico se tiene en el Creciente fértil, una región histórica ubicada entre la Mesopotamia y Persia en la que hace aproximadamente 10 mil años nacieron la agricultura y la ganadería (Ansede, 2017).
La acumulación de granos propició la aparición de roedores. Esto atrajo a los gatos salvajes, porque era fuente de comida fácil. Un proceso de selección natural hizo que los más sociables se quedaran con los humanos.
El segundo momento histórico importante en la domesticación de los felinos también tiene que ver con los roedores.
A medida que los agricultores comenzaron a moverse por el mundo, los gatos se fueron con ellos a bordo de los barcos mercantes, ya que controlaban las plagas de ratas. Así llegaron al sudoeste de Asia, a África y a Europa.
La fascinación que causaron en el antiguo Egipto fue crucial para que estos mamíferos carnívoros se convirtieran en nuestras mascotas.
Si bien los egipcios trataron de domar a todos los animales, con los gatos tuvieron más éxito. Su domesticación siguió una filosofía de respeto a la libertad y la individualidad propia de la cultura egipcia, a ello se acredita la personalidad actual del gato, la de ser compañero sin relación de servidumbre hacia el humano (Castro 2014).
Los pequeños felinos fueron llamados Miu y, como protegían a los cereales, la base de la alimentación familiar, poco a poco fueron dándoles características de deidad.
El proceso de domesticación de los felinos no causó cambios radicales en su morfología, fisiología y conducta; en contraparte, están los perros, que sí son muy diferentes de cómo lucían y se comportaban los lobos.
Básicamente, lo único que cambió del gato salvaje africano al gato doméstico fue el pelaje. A partir de la Edad Media, a las especies atigradas se sumaron las que tienen motas.
Lo mismo pasa si se hace una revisión de los genomas actuales, se encuentran muy pocas diferencias con respecto a la especie original. Estos argumentos pueden llevar a pensar que los humanos no domesticamos a los gatos, sino al revés.
Recordemos que las personas sí hemos cambiado mucho con respecto a nuestra especie original.
Fuente:
Ansede, M. (19 de junio de 2017). Tu gato desciende del gato salvaje africano. El País. Recuperado de: https://elpais.com/elpais/2017/06/19/ciencia/1497880506_898170.html
Castro, N. (11 de diciembre de 2014). El gato en el antiguo Egipto. Amigos de la Egiptología. https://egiptologia.com/el-gato-en-el-antiguo-egipto/